Hasta hace poco,
el perfil del profesional bancario era una mezcla de años de experiencia, mucha
voluntad y lo que algunos llamaban "olfato". El conocimiento personal
del cliente estaba por encima de otros factores y el análisis financiero de
productos y operaciones se despreciaba frente a una sobrevalorada confianza
mutua cliente-bancario, realizándose solo por departamentos concretos de cada
Entidad.
En una realidad
como la actual, con mercados globales, comercio on-line y márgenes comerciales
cada vez más estrechos, las empresas están incorporando en su gestión a
profesionales con formación y visión profundamente financiera. El cliente de
banca, sobre todo de empresas, demanda que su interlocutor bancario, la persona
con la que va a compartir su día a día y con la que va a discutir sus posibles
necesidades de financiación esté, cuando menos, a su altura en formación y
conocimientos financieros. Para el profesional bancario esto mismo es, además,
una obligación.
El bancario debe
conocer todo lo relacionado con el análisis de los estados económicos y
financieros de sus empresas clientes, no solo para un adecuado estudio de las
operaciones sino también para un correcto seguimiento del riesgo en curso y anticipación
ante posibles alertas. En el negocio bancario, el riesgo es inherente, es
imposible evitar que se produzcan operaciones fallidas, pero una adecuada
formación financiera puede reducir de manera significativa esta contingencia.
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